Esta es la razón por la que el suelo de Bilbao se parece mucho al de Barcelona: historia de dos ciudades entre losetas

Un icono del diseño contemporáneo cuyos parecidos si echamos la vista abajo nos sorprenderán

Panod Barcelona
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Jaime de las Heras

Editor Senior
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Jaime de las Heras

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Es casi imposible pasear por Barcelona sin pisarlas. Las losetas en forma de flor, conocidas como panots, se han convertido en una de las señas de identidad más reconocibles de la capital catalana.

Su diseño geométrico, aparentemente sencillo, forma parte del paisaje urbano desde hace más de un siglo y ha sido elevado a la categoría de icono del diseño barcelonés, estampado en todo tipo de objetos, desde camisetas hasta tazas. Pero detrás de su presencia ubicua hay una historia de urbanismo, concursos públicos y un inesperado parentesco con otra gran ciudad del norte: Bilbao.

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Los 'panots' de Barcelona

A comienzos del siglo XX, Barcelona vivía un periodo de profunda transformación urbanística. La expansión del Eixample, proyectada por Ildefons Cerdà, exigía nuevas soluciones prácticas para una ciudad en crecimiento.

Uno de los problemas a resolver era el estado de las aceras, muchas veces irregulares y distintas de una calle a otra. Para unificar criterios y mejorar la transitabilidad, el Ayuntamiento lanzó un concurso público en 1906 para escoger un tipo de baldosa estandarizado.

Panot De Barcelona 1368x800 El clásico panot de Barcelona. ©La Rambla Barcelona.

Fue la empresa Escofet, fundada en 1886 y especializada en cemento, la que presentó varios diseños entre los que destacaba el que hoy se conoce como panot flor o “panot de flor”.

Aunque durante años se atribuyó su autoría al arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch —por el uso similar de un patrón floral en algunas de sus obras—, estudios recientes han desmentido esa conexión directa. El diseño era probablemente obra de los industriales de Escofet, que adaptaron motivos florales decorativos en un patrón repetible y fácil de fabricar, aunque el diseño sería ya del año 1896.

Tanto es así que, incluso en el libro Escofet, símbol industrial de Barcelona se explica que sería la propia tienda de Escofet la primera que vería este suelo delante de su escaparate, en la Ronda de Sant Pere 8.

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El material elegido fue el cemento hidráulico, una solución ideal para una ciudad como Barcelona: resistente, económico, fácil de moldear y con gran adherencia. Su estructura de cinco círculos dispuestos en forma de flor no solo aportaba estética, sino también funcionalidad, facilitando la evacuación del agua de lluvia.

No obstante, el suelo de Barcelona no se comenzaría a pavimentar hasta el año 1907, tras la subasta del consistorio de la ciudad condal, para ofrecer la licencia de poner estos panots por la parte nueva de la capital catalana.

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Baldosa De Bilbao Las losetas 'panot' de Bilbao. ©Visit Biscay.

Lo que muchos desconocen es que esta estética urbana barcelonesa también echó raíces en otra ciudad con fuerte personalidad: Bilbao. En algunas calles del centro bilbaíno, especialmente en zonas peatonales o renovadas en las últimas décadas, puede verse la misma flor de cemento decorando las aceras.

No es una coincidencia ni una copia sin más: es el resultado de una curiosa confluencia de decisiones urbanísticas y del reconocimiento de un diseño que funcionaba y que implementaron a partir de la década de 1950 y 1960, colocando así las primeras piezas en la villa de Bilbao.

Sin embargo, durante la revitalización urbana de la ciudad a partir de los años 80 y 90 —coincidiendo con la transformación postindustrial de la ciudad—, las autoridades locales decidieron renovar muchos de sus espacios públicos. No obstante, las primeras baldosas bilbaínas se fabricaron a base de hormigón, arena gruesa, agua y pequeñas virutas de hierro.

Los 'panots' eran fáciles de replicar para Bilbao y, sobre todo, funcionales para drenar el agua de las aceras.

Este material, procedente de Altos Hornos de Vizcaya, añadido a la mezcla evitaba que los peatones se resbalaran, algo fundamental para una capital como Bilbao, aunque ahora las baldosas están hechas de cemento, pero mantienen exactamente el mismo diseño que las primeras.

Inspirándose en experiencias exitosas de otras ciudades, los técnicos y arquitectos bilbaínos se fijaron en el caso de Barcelona, que había convertido algo tan básico como el pavimento en una marca de ciudad.

Las losetas tipo panot comenzaron así a instalarse también en Bilbao, en algunos casos importadas directamente desde fabricantes catalanes y en otros replicadas localmente con permiso del diseño.

No se trató de una copia exacta ni de una apropiación, sino de una reinterpretación dentro de un mismo lenguaje urbano, basado en la funcionalidad, la resistencia del material y la capacidad de dotar de carácter a los espacios públicos.

Imágenes | La Rambla Barcelona / Visit Biscay

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