Cuando se piensa en arquitectura modernista en España, lo habitual es que la mente viaje directamente a Barcelona y a las obras maestras de Antoni Gaudí. La ciudad condal, epicentro del modernismo catalán, ha sido durante décadas el referente indiscutible de este estilo arquitectónico. Sin embargo, más allá de la península, existe otra ciudad española que alberga un patrimonio modernista sorprendente y, en muchos aspectos, desconocido: Melilla.
Melilla, situada en el norte de África, es una ciudad autónoma española que, a principios del siglo XX, experimentó un notable auge económico y social. Este crecimiento se debió en gran parte al comercio con el Protectorado español en Marruecos y a la actividad de su puerto, incluyendo la exportación de minerales procedentes de las minas del Rif.
Este desarrollo propició la aparición de una nueva burguesía, que demandaba edificaciones acordes a su estatus y aspiraciones. Fue en este contexto que el modernismo encontró un terreno fértil para florecer en Melilla. Además, la ciudad estuvo muy poco expuesta durante la Guerra Civil, por lo que su patrimonio arquitectónico apenas se vio afectado por la contienda.

El responsable principal de esta transformación arquitectónica fue Enrique Nieto y Nieto, un arquitecto catalán nacido en 1880. Nieto, formado en la Escuela de Arquitectura de Barcelona y discípulo de Lluís Domènech i Montaner, llegó a Melilla en 1909. Durante más de cuatro décadas, hasta su fallecimiento en 1954, Nieto dejó una huella imborrable en la ciudad, firmando más de mil proyectos que abarcan desde viviendas particulares hasta edificios públicos y religiosos.

Entre sus obras más destacadas se encuentra la Casa de David J. Melul, considerada la obra cumbre del modernismo floral melillense. Ubicada en la Plaza de España, esta edificación destaca por sus fachadas ornamentadas con motivos florales y geométricos, reflejo del estilo característico de Nieto.
Otro ejemplo notable es el Palacio de la Asamblea, también conocido como el Ayuntamiento de Melilla, que combina elementos modernistas con influencias neomudéjares, evidenciando la capacidad de Nieto para fusionar estilos y adaptarse al contexto multicultural de la ciudad.

La Mezquita Central de Melilla, construida entre 1945 y 1947 según proyecto de Enrique Nieto, es otro ejemplo de cómo el modernismo se integró en la arquitectura religiosa de la ciudad. Su fachada presenta arcos de herradura y decoraciones geométricas que armonizan con la estética islámica, mientras que su estructura y detalles ornamentales reflejan la influencia modernista.
Además de estos edificios emblemáticos, Melilla cuenta con una amplia variedad de construcciones modernistas repartidas por toda la ciudad. Se estima que existen más de 500 edificios de este estilo, muchos de los cuales se encuentran en el Ensanche Modernista, una zona que ha sido declarada Bien de Interés Cultural. Este conjunto arquitectónico convierte a Melilla en la segunda ciudad española con mayor patrimonio modernista, solo por detrás de Barcelona, y en la principal representante de este estilo en África.

Para quienes deseen explorar este legado arquitectónico, Melilla ofrece una experiencia única. Un paseo por sus calles permite descubrir una amalgama de estilos y detalles que reflejan la riqueza cultural e histórica de la ciudad. Desde las fachadas ornamentadas con motivos florales y figuras femeninas hasta los balcones de hierro forjado y las vidrieras coloridas, cada edificio cuenta una historia y ofrece una visión del esplendor que vivió Melilla en la primera mitad del siglo XX.
Imágenes | Melilla Turismo
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